Hay una cita que a mi hermana le encanta. Es de Enrique Ernesto Febbraro y dice: "Cuando llueve, comparto mi paraguas; si no tengo paraguas, comparto la lluvia."
No está lloviendo, ni estoy escuchando la popular canción de Rihanna sobre compartir su umbrella; simplemente he pensado en paraguas.
Un paraguas es un utensilio que muchos (no todos) usamos para resguardarnos en los días lluviosos (si veis Mary Poppins, descubriréis que tiene otros usos, mas os desaconsejo que los probéis sin supervisión de un experto).
Hace mucho tiempo, en un lugar no tan lejano, me encontraba, como cada mañana, caminando hacia mi facultad. Era uno de esos días que la tele describe como de "fuertes precipitaciones en el tercio norte de la Península", lo que permitió que me pasase todo el trayecto fijándome en los utensilios que los demás viandantes usaban para resguardarse de la lluvia. El mío, como el de la mayoría, era negro; unos cuantos, en cambio, eran de colores vivos (rojos, amarillos, azules) y alegraban la vista desde kilómetros a la redonda: brillaban en medio de la infinita grisura invernal.
Desde entonces utilizo un paraguas verde, porque los paraguas de colores son las flores de las mañanas de invierno. Y pocas cosas me gustan más que una flor.
Acabas de recordarme que DEBO escribir una entrada sobre Mary Poppins...
ResponderEliminarLa vida es más emocionante cuando es sin paraguas!
bs!